Amelia Gray tiene veintisiete años y desde los quince puede ver fantasmas. Heredó el don (o maldición) de su padre. A través de él también supo las reglas que todo médium debe respetar para poder serlo y llevar una vida tranquila: no alejarse de los campos santos; ignorar la presencia de fantasmas a su alrededor, aunque quieran hacerse presentes; no relacionarse con personas a las que los espíritus acechan.Amelia se dedica a restaurar cementerios de valor histórico artístico y con ellos cumple con una de las reglas que su padre le impuso en su momento también consigue llevarlas a rajatabla. Esto es, hasta que todo cambia.Un asesinato e uno de los cementerios en los que está trabajando la pone en contacto con un detective acechado. Y hay algo que la empuja a estar cerca de él, a pesar del peligro al que casi de inmediato se ve sometida. Los fantasmas del detective empezarán a amenazarla y ella deberá elegir entre sus sentimientos y su propia seguridad.
Amelia Gray, tal y como indica el nombre de esta novela, es restauradora de cementerios. Su vida siempre ha estado ligada a ellos debido al trabajo de su padre y fue en uno dónde descubrió su don, ya que es capaz de ver fantasmas. Sin embargo, este don, si es que realmente se puede llamar así, también se puede convertir en una pesadilla, por lo que, durante toda su vida, se ha visto obligada a seguir las normas y recomendaciones de su padre. Una de esas reglas está a punto de romperla, ya que nunca debe acercarse a un acechado, por lo que, cuando John Devlin la contacta tras encontrarse un cadáver en el cementerio en el que ella está trabajando, esta se encuentra entre la espada y la pared, no solo por los fantasmas que acechan a Devlin, sino por la innegable atracción que parece surgir entre ellos.
A raíz de esta premisa, nos encontramos con dos personajes principales: Amelia Gray y John Devlin. Amelia es una chica con una vida social muy limitada, principalmente debido a las consecuencias del don que posee, un don, además, que solo conoce su padre y del que prácticamente no sabe nada, ya que lo único que le ha enseñado son las reglas que no se debe saltar para no meterse en problemas. Por ello, durante la mayor parte de esta novela la protagonista se va a dejar llevar por su instinto e impulsos, lo que hará que se pregunte qué es todo aquello que su padre no ha querido enseñarle. Por otro lado, tenemos a John Devlin, un hombre huraño atormentado por su pasado y acechado por dos fantasmas que, poco a poco, lo han ido consumiendo. Entre ambos nace una relación que se cuece a fuego lento, muy lento, que los coge desprevenidos, pero que he disfrutado tanto que me ha mantenido tan enganchada como el propio caso de asesinato. No puedo negar que al principio me recordaba un poco a la serie «Entre fantasmas», pero tengo que reconocer que estaba muy equivocada porque no tiene nada que ver. Asimismo, me ha fascinado cómo la autora lo ha hilado todo alrededor del “mundo” de los fantasmas, cómo estos pasan a través del velo al llegar el crepúsculo, un velo que separa nuestro mundo del más allá. Por no hablar de todos los detalles del trabajo de la protagonista que me ha parecido extremadamente interesante, y cómo la autora retrata a los propios fantasmas, no como algo terrorífico, sino como entes etéreos, casi angelicales, aunque en algunos se pueda atisbar algo de maldad.
Con respecto a la narración, a pesar de que la lectura comenzó un poco floja, esto no duró mucho ya que la historia que en un principio me había parecido lenta, de repente había pasado a seguir un ritmo vertiginoso, ocasionando que la devorara en apenas dos días. Y, aunque al llegar al final sabía lo que podía llegar a pasar, el desenlace me cogió completamente desprevenida, puesto que ya era demasiado tarde cuando caí en lo que realmente estaba pasando. Si bien me imaginaba quién podía estar detrás de todo, todos los detalles que se hilaban a su alrededor me cogieron por sorpresa, dejándome desorientada y fascinada a partes iguales. Todo parece indicar que esta solo ha sido una introducción, porque muchas de las preguntas que se han abierto se han quedado como tal. Todavía le queda mucho camino a nuestra reina del cementerio, como conocer el origen de su don o aclarar su relación con John Devlin y sus fantasmas, entre otras cosas. Cabe destacar que, a pesar de que los dos últimos libros no estén traducidos al español, si la saga sigue este ritmo, no dudaré en concluirla en inglés.